martes, 16 de febrero de 2016

Conoce a Mauricio Paredes

Seguro que a muchos de vosotros os suenan estas portadas de libros infantiles. Más de uno de estos libros habrá pasado por vuestras manos. 
    


Detrás de todas estas obras, y muchas más, se encuentra el autor chileno: Mauricio Paredes.

El escritor ha dedicado unos minutos a LEER + ESCRIBIR para responder unas preguntas y poder conocerle un poquito más a fondo.

1. ¿De dónde viene tu afición por escribir?

Desde que tengo uso de razón me gusta inventar historias. Desde que aprendí a escribir comencé a crear historietas y cuentos. Me fascina el mundo de la fantasía, tanto al leer como al hacer mis propias obras. Por supuesto que influyó tener padres lectores, que se preocupaban de que hubiese muchos libros en la casa y también de leernos en voz alta.

2. ¿En qué te inspiras para contar historias?
Me atrae desde lo más cotidiano hasta lo sobrenatural. Escribo libros que me habría gustado leer en el colegio y que también me gustaría leer ahora de adulto. No pienso mucho en los lectores, soy un poco egoísta en ese sentido, escribo porque me produce un inmenso placer. El humor es esencial en mi vida y en mi trabajo de autor. Creo que como todo escritor de verdad, me inspiro en lo que me parece trascendente en la vida.

3. ¿Tienes algún lugar favorito donde buscar la inspiración? ¿Prefieres algún momento concreto del día para escribir?
Creo que la inspiración surge de la experiencia, tanto directa como vicaria. Por eso, todo autor debe vivir intensamente: comer, conversar, viajar, hacer. Y, como complemento, están las vidas más allá de la propia, las que encontramos en los libros y películas. Me fascina el cine y leo muchos tipos distintos de libros, desde ensayos filosóficos hasta libros álbum.
Mi trabajo creativo es siempre en las mañanas. De hecho muchas ideas cuajan mientras me ducho, pero claro, no puedo ponerme a escribir desnudo, así que me visto y luego me siento en mi escritorio. Una taza de té y tapones en las orejas.

4. Algunos padres y profesores hacen grandes esfuerzos para acercar los niños a la lectura. ¿Algún consejo sobre cómo animar a los niños a leer?
Leerles a viva voz. Tener libros accesibles en la casa o en la sala de clases. Conversar acerca de lo que leen. Regalarles libros como premio. Ayudarlos a explorar nuevos autores y estilos. Y, obviamente, que vean a sus padres o profesores leyendo.

5. ¿Cómo logras ponerte en la piel de un niño?
Soy un niño, así que no me cuesta nada. Y no me refiero al síndrome de Peter Pan. Pienso en el desarrollo de una persona como el crecimiento de un árbol. Están los círculos concéntricos del tronco, en donde los más pequeños son el árbol cuando era apenas un poco más que una ramita y, alrededor de aquellos, están los de la adolescencia, la vida adulta y la vejez. Entonces, toda persona tiene la piel —la corteza— de un niño. El punto está en recordarlo y así ser capaz de conectarse con aquella maravillosa capacidad de asombro de la infancia.

6. Tenemos muchos alumnos lectores que empiezan su andadura como escritores. ¿Qué consejo les darías?
Pensar en el desenlace de la historia lo antes posible. Anotar un punteo, escaleta, de los acontecimientos principales del argumento. No importa que no sean los definitivos, pero es mucho más fácil corregir que crear desde cero. Escribir corto, no tratar de escribir la gran novela de la vida al primer intento. La experiencia es la madre de la ciencia. Leer, leer y leer. Hacerse adicto a las palabras, su significado preciso, sus sinónimos o palabras relacionadas, su etimología. No hacer demasiado caso a los consejos para autores principiantes, incluidos éstos.

7. Todos los meses, la comisión de LEER + ESCRIBIR recomienda tres libros infantiles para su sección THREE SWEETS ¿Qué tres caramelitos nos recomendarías?
Este año 2016 es imprescindible leer o releer El gran gigante bonachón, de Roald Dahl y El libro de las tierras vírgenes, de Rudyard Kipling. Ambos tendrán versiones cinematográficas, las cuales estoy ansioso por ver. Entonces podemos jugar a comparar el libro con la película (y decir que el libro nos gustó más; ni Disney ni Steven Spielberg le ganan a tu propia imaginación). De los míos: ¡Ay, cuánto me quiero!

Muchísimas gracias, Mauricio, por tu tiempo y predisposición.




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