martes, 3 de octubre de 2017

Conoce a... MARÍA VILLAMAYOR

La valenciana María Villamayor Jiménez se dio a conocer con su primera novela, ‘El embrujo de Alhambra’, en el 2006 y sorprendió a los lectores con toda una aventura cargada de emoción, tensión y mucha acción, además de amor, celos y traición.
Tras aquella primera experiencia literaria, Villamayor, en el 2011, reaparece con una nueva novela en los estantes de las librerías. Una nueva y poderosa aventura, un recorrido pasional y vibrante por la historia de Valencia, titulada ‘Las doce llaves’. La obra no solo vivió el éxito editorial y del público si no que dio paso a una singular experiencia en la que los lectores del libro confluyen en un punto de la ciudad para hacer un recorrido por los ambientes que visitan y concurren los personajes.
Su última novela Años Muertos, fue publicada a finales del 2016 y cuenta la vida de Ángela, una joven víctima de malos tratos que se refugia en la playa de la Malvarrosa y que, con su valentía, nos demuestra que siempre hay una segunda oportunidad.
Vemos en tu biografía que siempre has trabajado en óptica, ¿Cómo compaginabas tu trabajo con la labor de ser escritora? 
Pues teniendo en cuenta que mi trabajo me absorbía gran parte del día, la única forma de poder compaginarlo era robándole muchas, muchísimas horas al sueño. 
¿Cuándo descubriste que escribir era tan importante en tu vida? ¿Cuándo empezaste a hacerlo?

Me planteé escribir mi primera novela El embrujo de Alhambra a raíz de escuchar a mi abuela, infinidad de veces, contarme las vivencias de su niñez y juventud, en Alhambra, su pueblo natal, atravesando la guerra civil española y la posguerra. Me encantaba escucharla hasta que me dije: “Yo tengo que escribir una historia de todo esto” lo que no sabía era que durante los dos años que me llevó escribirla se estaba gestando mí, mi verdadera vocación. Esa placentera sensación de hacer lo que realmente me gusta y sentirme bien conmigo misma.  

¿Recuerdas algún libro en concreto que te marcara en la infancia o adolescencia?

El libro que me marcó siendo una adolescente y que volví a releer muchos años después fue El perfume

De todas tus obras, ¿cuál es aquella por la que sientes más cariño o aprecio? ¿Por qué?

No podría concretar una en particular. Siento aprecio y cariño por las tres, a pesar de ser diferentes, porque cada una me ha aportado sus valores, y con todas he aprendido mucho.
Con mi primera novela, El embrujo de Alhambra, conviví al lado de sus personajes, durante dos años, me sumergí en sus diálogos, en sus victorias y fracasos, y recordé mi infancia cuando veraneaba en ese pequeño pueblo de Alhambra (Ciudad Real) donde se desarrolla su historia, describe sus maravillosos paisajes y muestra sus costumbres.
En Las doce llaves indagué en las entrañas de la Historia de Valencia para formar un argumento de intriga, aventura y misterio, y a pesar de ser la más costosa por su trabajo de investigación, me siento orgullosa de que gracias a esta novela yo he sido la primera en conocer mejor la ciudad para mostrársela a los lectores de una forma fácil y sencilla.   
En cambio, con Años muertos quise dar un giro, necesitaba hacer una historia diferente, más sentimental, más intimista, más humana. Sacar mi lado más sensible sin perder la valentía de luchar por vivir. De valorar la vida y aceptarla, pero sin rendirse ante nada ni ante nadie. Por eso incluí, como tema principal, la violencia de género y algún caso de daño cerebral. Sus personajes nos hacen reflexionar sobre el sentido de la vida mostrando su coraje y su fortaleza, que resultan contagiosos.

Vemos que en dos de tus libros Valencia es un escenario importante. ¿Hasta qué punto influye esta ciudad en tus novelas?

El hecho de que Valencia sea la ciudad donde nací es un factor importante y considero que es un lugar donde todavía queda mucho por contar para mostrársela al mundo.
Yo decidí incluir en Las doce llaves parte de su historia reflejada en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, como es El Carmen. Sin embargo, en Años muertos me decanté por la playa de la Malvarrosa, lugar idílico para esta historia de superación.

Cuando uno acaba de leer Las Doce Llaves, ya no vuelve a mirar Valencia de la misma manera. En esta novela descubres una Valencia insólita, llena de historias y de misterio. ¿Cuánto tiempo dedicaste a investigar y a conocer nuestra historia? ¿Cómo lo haces?

Ese es el comentario generalizado de los lectores que, a raíz de leerse Las doce llaves, “ven Valencia con otros ojos” y que “levantan la cabeza para ver cosas que antes le pasaban desapercibas”. Esas frases son la mayor recompensa por mi trabajo. Una ardua labor de tres años, en los que ha habido de todo; saturación de información, ganas por avanzar, fluidez en algunos capítulos, disfrute personal, empatía con los personajes.
Debido a mi reducido tiempo libre, mis fuentes de investigación han sido todos los libros sobre Valencia que caían en mis manos y, sobre todo, la enciclopedia de hoy en día como es Internet.

¿Cómo surge la idea de realizar una visita guiada por la ciudad y recorrer los escenarios que aparecen en el libo?

La idea surge de los propios lectores. Muchos de ellos tras leerse Las doce llaves habían recorrido los lugares que aparecen en la novela con la familia o amigos. Así que decidimos hacerlas mi marido Joaquín y yo.

¿Qué les dirías a nuestros alumnos sobre la importancia de leer y escribir?

Que jamás pierdan el hábito por la lectura porque es una fuente de sabiduría infinita que les puede transportar donde ellos quieran. Y si les gusta escribir, que continúen. Escribir es una vía para abrir nuestra mente y nuestro corazón. Y si todavía no lo han intentado, que lo prueben.
Hacer lo que de verdad te gusta, no tiene precio.

Cada mes, en Leer+Escribir recomendamos cinco libros a nuestros lectores. ¿Cuáles son tus recomendaciones para el próximo mes?

En estos momentos estoy centrada en la investigación para la segunda parte de Las doce llaves y algo desconectada en otro tipo de lectura, pero recomendaría la novela Patria de Fernando Aramburu.

Muchas gracias por tu tiempo, María. 
¡Hasta la próxima!


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