La valenciana María Villamayor
Jiménez se dio a conocer con su primera novela, ‘El embrujo de
Alhambra’, en el 2006 y sorprendió a los lectores con toda una aventura cargada
de emoción, tensión y mucha acción, además de amor, celos y traición.
Tras aquella primera experiencia literaria, Villamayor, en el 2011, reaparece
con una nueva novela en los estantes de las librerías. Una nueva y poderosa
aventura, un recorrido pasional y vibrante por la historia de Valencia,
titulada ‘Las doce llaves’. La obra no solo vivió el éxito editorial y del
público si no que dio paso a una singular
experiencia en la que los lectores del libro confluyen en un punto de la ciudad
para hacer un recorrido por los ambientes que visitan y concurren los
personajes.
Su última novela Años Muertos, fue
publicada a finales del 2016 y cuenta la vida de Ángela, una joven víctima de
malos tratos que se refugia en la playa de la Malvarrosa y que, con su
valentía, nos demuestra que siempre hay una segunda oportunidad.
Vemos en tu biografía que siempre has
trabajado en óptica, ¿Cómo compaginabas tu trabajo con la labor de ser
escritora?
Pues teniendo en cuenta que mi trabajo me absorbía
gran parte del día, la única forma de poder compaginarlo era robándole muchas,
muchísimas horas al sueño.
¿Cuándo descubriste que escribir era tan
importante en tu vida? ¿Cuándo empezaste a hacerlo?
Me planteé escribir mi primera novela El embrujo de
Alhambra a raíz de escuchar a mi abuela, infinidad de veces, contarme las
vivencias de su niñez y juventud, en Alhambra, su pueblo natal, atravesando la
guerra civil española y la posguerra. Me encantaba escucharla hasta que me
dije: “Yo tengo que escribir una historia de todo esto” lo que no sabía era que
durante los dos años que me llevó escribirla se estaba gestando mí, mi
verdadera vocación. Esa placentera sensación de hacer lo que realmente me gusta
y sentirme bien conmigo misma.
¿Recuerdas algún libro en concreto que te
marcara en la infancia o adolescencia?
El libro que me marcó siendo una adolescente y que
volví a releer muchos años después fue El perfume
De todas tus obras, ¿cuál es aquella por la
que sientes más cariño o aprecio? ¿Por qué?
No podría concretar una en particular. Siento aprecio
y cariño por las tres, a pesar de ser diferentes, porque cada una me ha
aportado sus valores, y con todas he aprendido mucho.
Con mi primera novela, El embrujo de Alhambra, conviví
al lado de sus personajes, durante dos años, me sumergí en sus diálogos, en sus
victorias y fracasos, y recordé mi infancia cuando veraneaba en ese pequeño
pueblo de Alhambra (Ciudad Real) donde se desarrolla su historia, describe sus
maravillosos paisajes y muestra sus costumbres.
En Las doce llaves indagué en las entrañas de la
Historia de Valencia para formar un argumento de intriga, aventura y misterio, y
a pesar de ser la más costosa por su trabajo de investigación, me siento
orgullosa de que gracias a esta novela yo he sido la primera en conocer mejor
la ciudad para mostrársela a los lectores de una forma fácil y sencilla.
En cambio, con Años muertos quise dar un giro,
necesitaba hacer una historia diferente, más sentimental, más intimista, más
humana. Sacar mi lado más sensible sin perder la valentía de luchar por vivir.
De valorar la vida y aceptarla, pero sin rendirse ante nada ni ante nadie. Por
eso incluí, como tema principal, la violencia de género y algún caso de daño
cerebral. Sus personajes nos hacen reflexionar sobre el sentido de la vida
mostrando su coraje y su fortaleza, que resultan contagiosos.
Vemos que en dos de tus libros Valencia es
un escenario importante. ¿Hasta qué punto influye esta ciudad en tus novelas?
El hecho de que Valencia sea la ciudad donde nací es
un factor importante y considero que es un lugar donde todavía queda mucho por
contar para mostrársela al mundo.
Yo decidí incluir en Las doce llaves parte de su
historia reflejada en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, como es El
Carmen. Sin embargo, en Años muertos me decanté por la playa de la Malvarrosa,
lugar idílico para esta historia de superación.
Cuando uno acaba de leer Las Doce Llaves,
ya no vuelve a mirar Valencia de la misma manera. En esta novela descubres una
Valencia insólita, llena de historias y de misterio. ¿Cuánto tiempo dedicaste a
investigar y a conocer nuestra historia? ¿Cómo lo haces?
Ese es el comentario generalizado de los lectores que,
a raíz de leerse Las doce llaves, “ven Valencia con otros ojos” y que “levantan
la cabeza para ver cosas que antes le pasaban desapercibas”. Esas frases son la
mayor recompensa por mi trabajo. Una ardua labor de tres años, en los que ha
habido de todo; saturación de información, ganas por avanzar, fluidez en
algunos capítulos, disfrute personal, empatía con los personajes.
Debido a mi reducido tiempo libre, mis fuentes de
investigación han sido todos los libros sobre Valencia que caían en mis manos
y, sobre todo, la enciclopedia de hoy en día como es Internet.
¿Cómo surge la idea de realizar una visita
guiada por la ciudad y recorrer los escenarios que aparecen en el libo?
La idea surge de los propios lectores. Muchos de ellos
tras leerse Las doce llaves habían recorrido los lugares que aparecen en la
novela con la familia o amigos. Así que decidimos hacerlas mi marido Joaquín y
yo.
¿Qué les dirías a nuestros alumnos sobre la
importancia de leer y escribir?
Que jamás pierdan el hábito por la lectura porque es
una fuente de sabiduría infinita que les puede transportar donde ellos quieran.
Y si les gusta escribir, que continúen. Escribir es una vía para abrir nuestra
mente y nuestro corazón. Y si todavía no lo han intentado, que lo prueben.
Hacer lo que de verdad te gusta, no tiene precio.
Cada mes, en Leer+Escribir recomendamos
cinco libros a nuestros lectores. ¿Cuáles son tus recomendaciones para el
próximo mes?
En estos momentos estoy centrada en la investigación
para la segunda parte de Las doce llaves y algo desconectada en otro tipo de
lectura, pero recomendaría la novela Patria de Fernando Aramburu.
Muchas gracias por tu tiempo, María.
¡Hasta la próxima!