El bebé anciano
Hay
profesiones que enriquecen. Son costosas, implican un esfuerzo físico y mental
o sirven de motivación para la vida propia.
Dedicar
tu vida al trabajo social no siempre recibe la valoración que se merece, por lo
menos por la sociedad en general, pero sí es importante para todas aquellas
personas que estudian y trabajan para ayudar, como pueden, a los que nos
rodean.
Son
las 20:00h de la tarde. Un grupo de trabajadores sale del centro Corazón de Jesús de Alicante. Son
mujeres, maduras en general. Hablan mientras caminan, sin pausa, dirigiéndose
hacia sus hogares donde seguramente tendrán que seguir trabajando de lo mismo,
pero sin cobrar, claro.
Desaparecen
rápido. En su soledad piensan en la larga jornada de ese día y en lo cansadas
que se encuentran.
-Es
un trabajo costoso y delicado- Dice Marta mientras cambia un pañal.-Si no
tienes paciencia… ¡es muy chungo!.
Trabajar
en el centro a veces resulta divertido porque cada día aporta algo nuevo, una
sonrisa, una palabra…
Hay
algunos que pueden hacerlo todo y otros que no. A los que sí pueden hay que
dejarles hacer las cosas por sí mismos y sólo ayudarles cuando realmente lo
necesitan.
Hay
días que sienten esa nostalgia de no estar en casa y de alguna manera te están
diciendo que ellos no quieren estar ahí.
La
despedida es triste. Pasan a otra etapa y han pasado mucho tiempo con los
trabajadores. Eso se nota.
En
cualquier caso, trabajar con niños hasta los 6 años es una aventura.
Esto
es lo que piensa Rosa yendo a casa después de salir de su trabajo, el centro
infantil Corazón de Jesús.
También
piensa en lo cansada que está y en lo poco que le apetece cuidar de sus padres
ancianos cuando llegue a casa, que al fin y al cabo, es el mismo trabajo…pero
sin cobrar.
En
nuestra vida, existe un gran paralelismo en nuestro inicio y nuestro final que
hace que nazcamos y muramos igual. Menos mal que existen personas que dedican
su vida a ayudarnos en todas y cada una de nuestras dificultades.
Blanca Muñoz
"¡Mayday, mayday, solicito
aterrizaje de emergencia!"
En un mundo donde la
globalización es un hecho, en el cual la gente viaja no solo por vacaciones,
sino también cada vez más por negocios, en el cual tenemos productos
procedentes de Asia, África, América a nuestro alcance, cabe destacar la
importante función del piloto de avión, tanto de personas como de mercancías,
sin el cual sería imposible todo lo nombrado anteriormente.
Por suerte o por desgracia (para
el que llega a serlo y para el que se queda en el camino respectivamente), es
una profesión que no está al alcance de todo el mundo, primero y principal por
el elevado coste de los cursos de preparación y formación, y segundo, y no por
ello menos importante, por la propia preparación que requiere. Es un trabajo
duro, pues en cada vuelo estás a cargo de cientos de vidas, o de mercancías
valoradas en miles e incluso millones de euros. Tu vida está en peligro
constante, ya que al mínimo fallo en tu pilotaje, o peor aún, en la máquina que
pilotas, te puede costar la vida. Si bien, cabe señalar que las medidas de
seguridad son máximas y que no se suelen producir accidentes. No obstante,
cuando suceden son verdaderas catástrofes.
Para que veáis lo complicado que es, os voy a contar una historia que
sucedió hace un par de años en el aeropuerto de Sevilla.
Un vuelo de Iberia dirección Brasil se disponía a salir. Despegó sin
ningún problema pero mientras intentaba coger altura, un pájaro se interpuso en
la trayectoria del motor derecho. Este falló y por poco no pierden el ala derecha entera. Rápidamente el piloto
informó a la torre de control para que las autoridades despejaran la carretera
más cercana, el aterrizaje de emergencia era inminente. Tras diez minutos sobrevolando
la zona con un solo motor, el piloto recibió la orden de aterrizar.
El balance final del suceso
fueron cero víctimas mortales, algún que otro desmayo pero nada grave, y todo
gracias a las peripecias del piloto para mantener el avión en el aire con un
solo motor funcionando y luego aterrizarlo.
Ahora entiendo por qué solo unos
pocos, los mejores, llegan a ser pilotos.
Julen Aguirreurreta Vidal
Me gusta que los jóvenes se animen a escribir, y a escribir bien.
ResponderEliminarJulen, te felicito. No es fácil construir un texto así, y tú lo has hecho. Quién sabe si no tendremos a un futuro escritor entre esas mesas que visitamos cada día...
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