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miércoles, 26 de marzo de 2014

Bachiller opina: ¿cerebro, máquina, alma?

¿Hasta dónde podemos conocer?

A lo largo de los años se ha intentado construir una máquina que sea capaz de actuar como un ser humano.
Moverse, hablar e incluso interactuar con nosotros como uno más.
Pero no es cuestión de dotar a una máquina con nuestra apariencia, ya que las personas sentimos y tenemos una conciencia que, en mi opinion, no podemos inserter en unos cables de colores.

Por esta razón pienso que estamos formados por una parte material, el cerebro, y otra que no lo es, nuestra mente.

El cerebro funciona gracias a circuitos neuronales y tiene unas características específicas. Sin embargo, nuestro comportamiento o nuestro estado mental no se puede medir con unos limitados parámetros.

Lloramos, amamos, odiamos, sentimos dolor o alegría. Éstas son características que definen a los seres humanos y, quiero pensar, que también a los animals.
Tenemos conciencia de nuestras acciones en general, de nuestra vida e incluso de nuestra muerte.

¿Seríamos capaces de hacer que una máquina fuse capaz de saber lo que es? No lo creo, si ni siquiera nosotros podemos responder a ciertas preguntas.

Cuando pensamos en el cerebro, todos sabemos perfectamente a qué nos referimos y dónde se encuentra. Ese órgano de la cabeza.
Pero, ¿y el alma? Eso, ¿dónde está?
“En el corazón”, es la respuesta de mucha gente. Pero no podemos demostrar nada.

Si nosotros no podemos, ¿cómo lo va a hacer una máquina? 
Belén Ventura

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El alma en el cerebro

El alma, la que no podemos ver, ni sentir. Conocida como un principio constitutivo de cada ser vivo, una esencia interna, con una identidad inexplicable. Un concepto básicamente religioso y filosófico. Una incógnita para muchas personas, o un simple tabú.

El cerebro, ese almacén repleto de conocimientos, vivencias, memorias, preguntas, respuestas, opiniones, capacidades, inteligencia, nuestro motor del pensamiento. El que provoca nuestros problemas pero cuenta con la virtud de poder hallar la solución a ellos, el que hace que nos equivoquemos y a la vez nos hace rectificar. Nuestra parte del cuerpo más compleja.

Veintiún siglos han hecho que cambiemos nuestra manera de ver y/o entender si el alma reside en el cerebro o son términos que han de diferenciarse y distinguirse.

Desde mi punto de vista, alma y cerebro están unidos, al igual que pensaba Thomas Willis. Considero que ambos desarrollan un papel importante en nuestro día a día. Por tanto, corazón (alma) y cerebro, están cogidos de la mano.

En primer lugar, el corazón, aquel que comienza a latir a la quinta semana de embarazo de nuestra madre y deja de hacerlo el día de nuestra muerte. Late por nosotros segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros, décadas y décadas hasta el último día de nuestra vida. Conocido como “el motor de la vida”.

El mismo que se acelera cuando esperamos un regalo, cuando estamos enamorados, cuando tenemos miedo, cuando estamos nerviosos…

Nuestra parte más subjetiva, por el que cometemos errores debido a impulsos y somos capaces de repetir una y otra vez. El que no podemos manejar en muchas ocasiones.
Nuestro cerebro, nuestra mente; sin la que no podríamos comprender, razonar, pensar, trabajar, estudiar…Son infinitas las funciones de nuestro cerebro. ¿Cuántas órdenes nos dará al día?

Por ello, por todo lo que los dos hacen en nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta, creo firmemente que ambos son esenciales para nosotros.

Ambos son nuestro reflejo como humanos. Con ellos contamos con una psicología, con una forma de vida, con una forma de actuar, de entender, de ser, de uno mismo […]

Mónica Martínez

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